domingo, 12 de agosto de 2012

Margarita


Mi nombre es Margarita me dijo con segura voz, pero yo sé que no es verdad… Lo descubrí por casualidad cuando ella, acomodándose su colorida ropa, me describía su oficio de astróloga y sin darse cuenta  dio un traspié mental y se refirió a ella misma como Elena. Y es que en su labor diaria, sentada tras una vieja mesa plegable de metal, frente al estanque del Retiro, el nombre juega una importante labor de marketing.  “Margarita” vende más o mejor dicho, Margarita adivina más..
En el inmenso espacio peatonal dónde se confunden turistas y vendedores de nacionalidades diferentes, adivinar el futuro no llama demasiado la atención. Quiénes pasean con niños pequeños que se detienen a mirar los patos y las barcas que se deslizan por el agua, no se sentarían nunca en la silla dispuesta para los confiados clientes..
Quiénes han venido a Madrid por  unas cortas vacaciones, acompañados de pareja, amigos o familia, no gastarían su preciado tiempo en la ciudad, en saber que les depara el futuro.. Para qué saberlo, ha dicho un turista en básico español “el futuro viene solo”.
Quizás tenga razón el futuro viene de igual manera,  comienza mañana y no hay manera de evitarlo. Pero Margarita no desiste e insiste a todo aquel que ve cercano a su juego de cartas de tarot esparcidas por toda la mesa “venga guapa, te adivino el futuro”. Y así  bajo el  calor del sol, pasa el día, las horas y la semana, esperando que mejore su futuro..