martes, 24 de marzo de 2020

Hasta que llegó el bicho..

Éramos felices caminando libremente y no nos habíamos dado cuenta.. Éramos felices y no nos habíamos dado cuenta.. Éramos felices cuando la lluvia nos caía encima y el agua se deslizaba lentamente desde nuestra cabeza hasta los pies.. Éramos felices cuando cogíamos el metro y nuestros cuerpos se estrechaban con otros en los vagones repletos a la hora punta.. Éramos felices en el agobio matutino, desayunando un café a toda prisa para no llegar tarde a trabajar..Éramos felices con el bullicio de las calles.. Éramos felices y no nos habíamos dado cuenta.. Hasta que llegó el bicho y puso el mundo patas arriba..

Soñar

Ella tenía miedo a morir, pero decidió ser valiente y seguir soñando. Desplegó las alas por encima de la montaña y siguió volando. Desde lo alto, pudo observar los lirios rojos de su jardín y a su gato azul, lamiendo los blancos pies de su pequeño cachorro. Siempre había querido volar. Así, como lo estaba haciendo ahora, con esas enormes alas de madera que le construyó su abuelo antes de morir. Nunca dejes de soñar, le había dicho, porque soñando aprenderás a volar y desde las alturas tus ojos verán un mundo diferente. El abuelo tenía razón.

martes, 17 de marzo de 2020

Madrid: quédate en casa

Lo más llamativo de estos días, quizás sea el silencio en que se despierta Madrid. Calles casi vacías y sin atasco en el tráfico. Cafeterías cerradas, sin el típico ajetreo del café diario de muchos, que sin tiempo a desayunar, pasan a tomarse el café de pie y a toda prisa en la barra de la cafetería cercana al trabajo. En una cultura out side, como la española, no tomarse el café con leche de la mañana en el bar, el aperitivo del mediodía con el pincho de tortilla, o el cortado después del almuerzo, puede ser síntoma de que algo va realmente mal en la ciudad. 

En tres días Madrid ha cambiado. Solo es posible salir de casa con causa justificada. Entiéndase esto por, ir a comprar el pan, ir a la farmacia, al supermercado o pasear al perro. Esto último, ha generado que se vea un perro acompañado de varias personas, o al mismo perro todo el día en la calle, con un integrante de la familia por vez. 

Madrid ha cambiado. Los madrileños también. Hemos visto la cara del vecino del edificio de enfrente diciéndonos “hola” y agitando la mano en señal de saludo, a la hora del ruidoso y merecido homenaje a nuestro personal sanitario, que son los héroes anónimos de esta “crisis sanitaria” que nos pilló a todos desprevenidos. “En ésta, estamos todos juntos, quédate en casa” nos dicen ellos, y nosotros lo intentamos. A pesar de lo difícil y duro que es no poder pasear por los parques y disfrutar del sol, el calorcito primaveral o el aroma de las primeras flores de los árboles, luego de un frío y lluvioso invierno. 

El coronavirus o COVID- 19, para ser más específicos, nos ha cambiado la vida y ha acabado con las góndolas del papel higiénico, arroz y alcohol en los supermercados, en una lucha individualista y sin precedentes de acumular sin compartir. A nuestros abuelos le pidieron ir a la guerra y a nosotros solo nos piden quedarnos en casa, “no es tan difícil”, leí hace unos días. En la práctica sabemos que no es así. Hacer vida normal con la medida de confinamiento domiciliario y el “quédate en casa” no es fácil, más cuando muchos están viviendo la incertidumbre laboral y el no saber qué pasará con el trabajo en el futuro. 

No es fácil, pero lo lograremos y saldremos de “ésta” fortalecidos, dándonos cuenta que no es tan importante tomarse el café out side, ver el fútbol en el bar o ir de compras al centro comercial. Lo realmente importante es ser solidario y luchar juntos en algo que nos compete a todos y a todas a nivel global. Alejarnos físicamente unos a otros, compartir y no acumular lo innecesario vaciando supermercados. Intentar quedarse en casa y con ello evitar contagios a personas vulnerables y colapsar aún más al sistema sanitario. Porque ellos, los sanitarios, no pueden quedarse en casa. Ellos y ellas, son quienes trabajan cada día en los hospitales exponiéndose al peligro del contagio. Estamos juntos en esto. No lo dudes Madrid y quédate en casa.

viernes, 11 de mayo de 2018

Charlas de café

- Eso del paso de cebra es un invento moderno, murmuraba Don Pepe, bebiendo a grandes sorbos el café y cogiendo del bolsillo el tabaco negro con el que cargaría su pipa.

 - La gente ha perdido la elegancia, mascullaba entre dientes, Doña Emeregilda y observaba a través del rabillo del ojo a las jóvenes chicas en la mesa contigua. ¿Verdad que sí? Pues, sí comadre Eme, contestaba desentendido Pepe, mientras encendía la pipa con una cerilla.

 - Fíjese, hoy tempranito a la mañana cogí el Ford para ir a la consulta del oculista y una jovencita me hizo frenar en seco, en mitad de la calle. Imagínese, comadre, me tuve que aguantar no sé qué sermón sobre el derecho del peatón y el cruce de las cebras. Qué se yo! En mi época los jóvenes respetaban a los mayores. Ahora, hacen frente creyendo tener la razón y sacando de debajo de la manga, discursos sobre leyes y derechos. Se ha perdido el respeto!!

 - Y la elegancia.. continuaba murmurando Doña Emeregilda, sin prestar mucha atención al relato de Pepiño. Cuando yo tenía esa edad, tardaba dos horas frente al espejo intentando que el peinado estuviera en su punto, la falda bien planchada y los tacones perfectamente lustrados. Ahora, los jóvenes han puesto de moda los pantalones rotos y las zapatillas gastadas. Qué vergüenza, Pepiño, qué vergüenza!!

 - Ajenas a los comentarios, las dos chicas jóvenes charlaban sobre el reciente examen de Filosofía, sobre la tragedia Griega y la compleja definición de catarsis, tan difícil de lograr en las actuales y complejas relaciones sociales. Es limpiar el alma, el espíritu y la mente, de todo lo que contamina nuestras emociones, aseguraba Pilar, intentando convencerse a sí misma que lo probable a veces supera lo imposible.

 - Sí, claro, asentía Inma, como si fuera posible limpiar el alma con detergente. La limpieza pasa por nuestras acciones y nuestras culpas. No podremos limpiar nuestro espíritu, si no somos capaces de enfrentarnos a nuestros problemas emocionales. Todo lo arreglamos con un dedito pa´ arriba o una sonrisa desde un emoticono de WhatsApp, no nos damos tiempo ni para vernos con nuestros amigos cara a cara.

 - Pues sí, Inma. Creo que antes la vida era menos complicada. Nuestros abuelos hablaban más entre sí, que lo que hacemos los jóvenes de ahora. Habría que poner más atención a los consejos de los mayores y observar más como proceden. Y en ese mismo instante, las dos amigas se dan cuenta que en la mesa de al lado, Doña Emeregilda y Don Pepe están mirando fijamente hacia ellas e invitándolas a compartir la sombrilla para hacer sombra al café.

lunes, 18 de septiembre de 2017

El Bar de Manolo

Llegamos al bar por casualidad. Era domingo. Dos días antes habíamos arribado a Sampaio, luego de un largo viaje en tren desde el sur de Portugal. Elegimos a la distancia, vivir aquí. La elección fue fácil. Una casa al final de la calle con amplio jardín y vistas al mar, dónde el sol sale de noche. Lo sabíamos, pero no nos importó. De noche, de día, qué más da. Lo único que queríamos era ver el cielo con nubes de chocolate, estrellas de mazapán y ángeles color carbón. 

Eso era lo que estábamos buscando, con los ojos en posición vertical, mirando fijamente el cielo gris, cuando de repente, tropezamos con el bar de Manolo. Sillas rojas, sonrisas alegres, vino blanco, pan casero y chorizo picante, acompañaban la voz de los asistentes domingueros. Con su lento andar, Manolo – el dueño - iba y venía cruzando la calle con el pedido de los comensales. Y es que la terraza está separada del bar por la calle. Ahí mismo, de cara a las mesas, intentando no derribar ninguna silla, el bus tiene la parada no oficial, por la que descienden los pasajeros. Fue en esas mesas, donde nos acogieron a nosotros - los forasteros del barrio - como a uno más. 

Las suculentas tapas de Manolo, o más aún, el vino blanco directo desde la bodega, no tienen comparación con el sentimiento de comunidad existente entre quiénes día a día suben la cuesta para tomarse el café en el bar. Compañerismo, solidaridad, hermandad y cariño, entre personas que se conocen desde hace varias décadas y entre quiénes se acaban de conocer. La sonrisa es contagiosa, el buen humor y las ganas de ayudar se reparten en partes iguales, entre quienes ven la vida con particular optimismo. Ir de tapas, no es lo mismo que ir a beber un vino y una tapa a lo de Manolo. Lo que te espera en el bar, es mucho más que un “drink”. 

Es cariño, amistad, buena compañía. Es ver el sol por las noches, es saborear el chocolate de las nubes y deleitarse con los mazapanes de las estrellas. Sobradas razones para subir todos los días la cuesta y no ir al bar de casualidad.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Telescopio

Todos los niños y niñas, son grandes genios que nos enseñan y asombran cada día, a través de sus historias llenas de sueños y de esperanzas. Los niños aman la vida y demuestran su ternura hacia los otros con gestos de solidaridad y muestras de simpatía. Los niños comparten y demuestran lo que sienten, sin importarles el que dirán. Encuentran belleza en las cosas pequeñas, en las cosas simples, y ven el mundo a través de ellas.

Luego llegan los adultos y los transforman a su manera. Les trasmiten sus miedos, sus inseguridades y  su forma de ver el mundo. Les muestran el camino correcto para triunfar en ese "mundo" de adultos, y les enseñan las cosas "buenas" de la vida.

Entonces los niños dejan de mirar por el "microscopio", dejan de ver las cosas pequeñas y realmente importantes de la vida y comienzan a imitar a los mayores, mirando solo por el "telescopio" y apuntando en dirección de las cosas grandes. Y entonces comienzan los miedos, la competencia, la falta de solidaridad, la intolerancia, la apatía.. Buscan cosas grandes en la vida, aquellas que los adultos le han enseñado eran las cosas buenas..

lunes, 14 de abril de 2014

Amor

Quizás nació en el lugar equivocado, porque hace muchos años que no para de caminar por el mundo buscando el sitio ideal para vivir. Ha viajado con su pasaporte de España a Portugal, de Portugal a Noruega, de Noruega a Tailandia, de Tailandia a Francia y de Francia a Inglaterra.

Y ahora está aquí..en esta confortable y acogedora casa al lado del mar.. Pero parece que éste tampoco es su lugar.. Intenta acostumbrarse a vivir en esta morada de perfectas paredes, amplias ventanas y estrechos pasillos.. No, definitivamente, no. Éste tampoco es su lugar. Echa de menos la libertad que tenía en la granja francesa, en las cuevas de Granada o en la jungla de Tailandia..

Extraña la libertad pasada y lo demuestra saltando del sofá a la mesa y de la mesa al sofá. Corriendo desesperada por toda la casa con gestos de claustrofobia.. Intenta acostumbrarse a su nuevo hogar con la ayuda de su inseparable compañero que la acompaña y le guía en todos sus viajes, haciendo todo lo que está a su alcance para que se sienta mejor..

Mientras tanto el tiempo pasa y ella sigue con su deambular gatuno por toda la casa.. Ella es una preciosa gata gris y su nombre es AMOR.

viernes, 7 de junio de 2013

La vida de los otros

La familia de mi amiga es visiblemente rica. La riqueza se puede ver a través de la gran casa de tres plantas, con enorme piscina del barrio residencial en el que se encuentra. La panorámica de la misma es negada a los demás por un alto muro y un pesado portón de hierro ciego con solo una hendija para dejar la correspondencia. Día y noche la casa es custodiada por un guardia privado que se pasea con lento andar entre las simétricas calles rodeada de altas verjas y similares muros, construidos con el fin de ocultar la opulencia y evitar a los otros las ganas de vivir en ellas.

Mi familia en cambio es muy pobre. Y la pobreza también es visible a través de la casa en la que viven y que no ocultan a nadie, porque en ella hay muy pocos otros que quisieran vivir. En invierno el frío se cuela por todas partes. El agua entra sin permiso por la infinidad de hendijas de sus viejas ventanas y la humedad se desliza por sus decrépitas paredes. En verano el calor es insoportable dentro de la casa, por eso en las noches mi padre prefiere dormir bajo el cielo en el “hotel mil estrellas” de la inmensidad del campo en la que se encuentra.

domingo, 10 de febrero de 2013

A A: Sweet Home

La cocina huele a aguarrás.. y el comedor huele a... varios olores de distintos sabores.. bocadillos de jamón, salsa de tomate,espaguetis, carne cruda y algo más.. Sobre el mármol de la cocina, al lado del grifo hay pinceles de diferente tamaño y color.. encima del microondas están los pendientes artesanos rojo y negro, aún sin hornear, de Alicia.. la más creativa y risueña de la casa.. y sobre la pequeña mesa de ratón en el comedor, coloreada involuntariamente con restos de acuarela de llamativos colores, están las revistas, el mando, los pinceles, restos de pan... posavasos sin vaso y vasos sin posavasos..

El agua en su estado normal es incolora, insabora e inolora, pero luego de tres días en el vaso, las tres III, no cumplen su cometido.. y yo estoy demasiado perezosa para regresar al frigo..la peli de muertos vivientes, ciencia ficción y hasta el detestable Frank de las serpientes, son horribles, pero el sitio y la compañía es tan agradable, que obvio todo lo demás y hasta me bebo el agua antigua de ese vaso para no moverme del sofá..

Esta habitación que tan poco se parece a un comedor normal.. es la más confortable de toda la casa.. Los "ojos del niño" pintados por Ana - una artista poco conocida, pero no por ello menos buena - me miran cada vez que paso.. y la "cara sucia" con su esmeralda en la oreja, pintada a la luz del sol en la terraza, es testigo de nuestras informales charlas y risas nocturnas..

Me siento bien aquí... el café a veces no huele a café.. pero el sabor lo ponen Ana y Alicia. Dos artistas, dos compañeras de piso, dos A A y un dulce hogar..

viernes, 1 de febrero de 2013

Gato

Hoy lo he decidido.. no haré el Doctorado.. porque el mismo implica invertir 1460 días de estudio y 35040 horas de investigación en mi vida,  con el fin de obtener el máximo grado  reconocido y valorado académicamente..

Hoy lo he decidido.. no quiero más títulos.. títulos que sirven para aumentar el ego y para que otros te miren con otros ojos..  quiero que me miren por lo que soy... sin importar cuántos títulos tenga..

Hoy lo he decidido.. invertiré ese tiempo en mejorar mi  inglés.. y me compraré un gato.. blanco, gris,  negro o marrón.. no importa el sexo ni el color.. no quiero estudiar más, solo quiero un gato..