viernes, 11 de mayo de 2018

Charlas de café

- Eso del paso de cebra es un invento moderno, murmuraba Don Pepe, bebiendo a grandes sorbos el café y cogiendo del bolsillo el tabaco negro con el que cargaría su pipa.

 - La gente ha perdido la elegancia, mascullaba entre dientes, Doña Emeregilda y observaba a través del rabillo del ojo a las jóvenes chicas en la mesa contigua. ¿Verdad que sí? Pues, sí comadre Eme, contestaba desentendido Pepe, mientras encendía la pipa con una cerilla.

 - Fíjese, hoy tempranito a la mañana cogí el Ford para ir a la consulta del oculista y una jovencita me hizo frenar en seco, en mitad de la calle. Imagínese, comadre, me tuve que aguantar no sé qué sermón sobre el derecho del peatón y el cruce de las cebras. Qué se yo! En mi época los jóvenes respetaban a los mayores. Ahora, hacen frente creyendo tener la razón y sacando de debajo de la manga, discursos sobre leyes y derechos. Se ha perdido el respeto!!

 - Y la elegancia.. continuaba murmurando Doña Emeregilda, sin prestar mucha atención al relato de Pepiño. Cuando yo tenía esa edad, tardaba dos horas frente al espejo intentando que el peinado estuviera en su punto, la falda bien planchada y los tacones perfectamente lustrados. Ahora, los jóvenes han puesto de moda los pantalones rotos y las zapatillas gastadas. Qué vergüenza, Pepiño, qué vergüenza!!

 - Ajenas a los comentarios, las dos chicas jóvenes charlaban sobre el reciente examen de Filosofía, sobre la tragedia Griega y la compleja definición de catarsis, tan difícil de lograr en las actuales y complejas relaciones sociales. Es limpiar el alma, el espíritu y la mente, de todo lo que contamina nuestras emociones, aseguraba Pilar, intentando convencerse a sí misma que lo probable a veces supera lo imposible.

 - Sí, claro, asentía Inma, como si fuera posible limpiar el alma con detergente. La limpieza pasa por nuestras acciones y nuestras culpas. No podremos limpiar nuestro espíritu, si no somos capaces de enfrentarnos a nuestros problemas emocionales. Todo lo arreglamos con un dedito pa´ arriba o una sonrisa desde un emoticono de WhatsApp, no nos damos tiempo ni para vernos con nuestros amigos cara a cara.

 - Pues sí, Inma. Creo que antes la vida era menos complicada. Nuestros abuelos hablaban más entre sí, que lo que hacemos los jóvenes de ahora. Habría que poner más atención a los consejos de los mayores y observar más como proceden. Y en ese mismo instante, las dos amigas se dan cuenta que en la mesa de al lado, Doña Emeregilda y Don Pepe están mirando fijamente hacia ellas e invitándolas a compartir la sombrilla para hacer sombra al café.

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